Esta es una malformación congénita en la que varios dedos están unidos por una membrana de la piel. 

Normalmente, no afecta a la función de las extremidades. Tampoco suele modificar la marcha ni dificultar el crecimiento general, siempre que los huesos de los dedos afectados queden separados. 

En caso contrario, debe valorarse la intervención quirúrgica para corregir y reconstruir el tejido blando y separar las partes. En pie pediátrico, se recomienda entre los 6 y los 18 meses, ya que los tejidos son maleables y permiten una mejor cicatrización. 

En nuestra opinión podológica, si la cirugía sólo se considera por estética, no se debe realizar. ¡Un pie más especial!